Ondas transversales: el impacto de las políticas arancelarias de EE.UU. en la economía global
La reciente alteración del orden geopolítico, impulsada por las políticas arancelarias del presidente Donald Trump, ha generado una serie de efectos en la evolución de diversos activos financieros, similares a las ondas que se producen al arrojar una piedra en un estanque. Estas medidas han provocado repercusiones significativas en la economía global, afectando tanto a países aliados como a rivales comerciales.
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Nuevos aranceles y su alcance
En el último mes, el presidente Trump ha impuesto aranceles del 25% a las importaciones provenientes de México y Canadá, y ha incrementado en un 10% adicional los aranceles a productos chinos, elevando la carga arancelaria sobre China al 20% . Estas medidas han generado incertidumbre en los mercados internacionales, provocando caídas en Wall Street y afectando las cadenas de suministro de diversas industrias.
México y Canadá, cuyos PIB dependen en gran medida del comercio con EE.UU., sufrirán consecuencias económicas significativas, como recesión y pérdida masiva de empleos . China, por su parte, ha respondido con aranceles propios, encareciendo alimentos y productos básicos para los consumidores estadounidenses. Los mercados globales han reaccionado negativamente a estas tensiones comerciales, y se anticipan nuevos aranceles dirigidos a la Unión Europea, incluyendo al acero, aluminio y productos agrícolas.
Impacto en la economía estadounidense
Estas políticas arancelarias han comenzado a impactar negativamente la economía de EE.UU., con una caída en el consumo en enero y una disminución de la confianza empresarial en febrero . Las grandes empresas estadounidenses y globales están alertando a los inversores sobre los riesgos asociados a la guerra comercial iniciada por el presidente Trump . Los principales puntos de preocupación incluyen el aumento de aranceles sobre productos importados, represalias de otros países y el impacto en las cadenas de suministro. Esto genera incertidumbre y posibles aumentos en costos que podrían erosionar márgenes y afectar el crecimiento económico mundial.
El indicador GDPNow de la Reserva Federal de Atlanta, que permite seguir casi en tiempo real el crecimiento de Estados Unidos, ha visto cómo, en apenas unas semanas, el crecimiento ha pasado del 2,5% al -2,8%. Una serie de datos macroeconómicos más débiles de lo esperado y la incertidumbre que están generando las medidas de Trump han bastado para que, por primera vez en mucho tiempo, el “excepcionalismo” estadounidense se ponga en cuestión y que los activos que más se beneficiaron de la elección de Trump como presidente se hayan dado la vuelta.
Reacciones internacionales y perspectivas futuras
La amplitud de la onda arancelaria está teniendo también su efecto en Europa, que se prepara ya para ser objeto de nuevos aranceles en el mes de abril . La Unión Europea, México y Canadá deben considerar alternativas al comercio internacional que puedan mitigar los impactos de las políticas del gobierno de Trump . La escalada de medidas proteccionistas pone en riesgo el sistema comercial global y podría llevar a represalias y consecuencias económicas impredecibles.
El enfoque que Trump está siguiendo con sus políticas económicas es inverso a su primer mandato. En 2016, comenzó su legislatura con rebajas de impuestos y menor regulación que dieron impulso a la economía norteamericana, para después enfrascarse en una guerra comercial, principalmente con China. En esta ocasión, las medidas menos favorables para el crecimiento (aranceles, deportación de trabajadores ilegales y menor gasto fiscal) están llegando antes que sus promesas de rebajas espectaculares de impuestos y una menor regulación que favorecería a todas las compañías que quieran iniciar sus negocios en Estados Unidos.
Por ello, no sorprende la caída tan drástica de la confianza del consumidor americano, que, en las elecciones del pasado noviembre, optó por un nuevo presidente que les permitiera poner fin a la erosión de poder adquisitivo vía inflación de la presidencia de Joe Biden. Las previsiones de crecimiento para Estados Unidos apenas se han movido en las últimas semanas, dado que la incertidumbre es tan alta que cualquier ejercicio de predicción puede quedarse obsoleto con un solo titular, lo que marca una gran diferencia con el ya comentado índice elaborado por la Reserva Federal de Atlanta.
Lo importante en este último caso es que la caída tan abrupta se debe meramente al sector exterior (una caída abrupta de las exportaciones netas) y no por un daño severo a la demanda doméstica. Es precisamente aquí donde reside el mayor riesgo: si la caída de la confianza de los consumidores empieza a suponer una mayor disposición al ahorro y menos consumo, es cuando veríamos cómo las previsiones se ajustarían a la baja.
En Europa, el crecimiento esperado sigue siendo muy bajo, pese a que los resultados de las elecciones alemanas y la reacción de los gobiernos europeos a incrementar el gasto en defensa hayan servido para que los índices europeos diverjan esta vez en el sentido positivo de sus homólogos norteamericanos. Es cierto que el abandono de la disciplina fiscal en Alemania es un gran cambio de paradigma, pero el efecto multiplicador del gasto en defensa sobre el PIB es muy bajo y el gasto en infraestructuras tardará en dejarse sentir.
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